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AMPLIA GAMA DE SOUVENIRES DE TÁBARA Y EL CAMINO SANABRÉS

El souvenir (del francés, recuerdo) es ya un elemento omnipresente en nuestras vidas. Es difícil encontrar actualmente una vivienda que no tenga incorporados a su decoración una figurita, jarra, imán o dedal,  “recuerdo de…”. En un intento de no dejar escapar de su mente las experiencias vividas

en sus viajes, el turista adquiere ese artículo, quizás para rememorarlas de por vida, para convertirlas en algo tangible, algo material, y de paso mostrarlas así a las visitas y amigos.

Encontramos también la vertiente religiosa del souvenir en los peregrinos griegos y romanos que coleccionaban pequeñas imágenes de dioses y diosas. Más tarde, los cristianos siguieron la costumbre en la Edad Media con las conchas del Camino de Santiago, decorando los sombreros, los hábitos y las capas. Ya Geoffrey Chaucer lo narraba en sus Cuentos de Canterbury.

Los souvenirs han dejado ya de ser una creación de los nativos que, inspirados en su cultura, se venden a los turistas que los adquieren como recreación material de la cultura local y constatación de su estancia en un lugar. Por ello mismo, el souvenir dice ahora más sobre el turista que sobre la cultura del lugar a la que supuestamente representa.

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